2008
Techniques mixtes sur papier et installation
Exposition au Musée de la Culture du Vin Dinastia Vivanco de Briones (Espagne)
Vidéo : Diego Pittaluga
Después del proyecto «Pandora» (2007), Abel Robino llega a una de las posibles conclusiones: que quizás la caja de Pandora ha sido un ánfora. Durante un año todos sus dibujos o sus tics manuales terminaron siempre con esa forma. Sensual y práctica, el ánfora era portadora de los líquidos más esenciales: el agua, la leche y los primeros elaborados, la cerveza, el aceite y por su puesto, el vino.
Esta fué la tarjeta de visita cuando el Museo de la Cultura del Vino lo invitó a exponer, respetando dos cláusulas temáticas: Una, que el evento tuviese relación con el vino y dos, que en parte se valorizase el museo.
Robino no sólo actúa como artista plástico sino que pone en escena al curador como personaje de suma importancia en el arte contemporáneo.
Si los curadores se toman más de una vez por verdaderos artistas, ¿porqué los artistas no se tomarán por curadores ? He aquí la respuesta, más que la revancha…
La exposición es en parte una ficción de la imaginación, con toques conceptuales y mezcla de obras clásicas, cuadros, como también de videos realizados por Diego Pittaluga y hologramas. “Me parece que el curador es parte de la poesía, en éstos últimos años, es el eje y el dictador de ciertas exposiciones de arte contemporáneo: se muestra y se descuartiza” asegura Robino, que regrupa una serie de obras artísticas, como extrañas, en la creación de un museo temporario.
Robino a reunido bocetos, un mosaico de un ánfora acostada según la tradición budista de 7 metros de largo, boceto con fotos de un templo indio, miniaturas de ánforas dibujadas en cabezas de cerillas o en granos de arroz, prestadas por un coleccionista argentino; un pedazo de piel humana de un condenado a muerte con un tatuaje de ánforas, encontrada en el museo de la Policía en América central; una copia del holograma de un ánfora griega que la NASA envió a Marte con la sonda 2001 Mars Odyssey, y la única pieza falsa de la exposición: una pequeñísima ánfora para perfume femenino, hallada en los territorios de Caná. De ésta pieza de gran valor será expuesta sólo una réplica, por cuestiones de seguridad.
Participa también la ironía, con un ánfora hecha de globos, desinflada con la inscripción “el arte contemporáneo se desinfla”. Como en otras exposiciones de Robino, Anforas entra en la serie “robbery” (pillaje), se trata de una ocupación de terreno con un trabajo lúdico. Sobre algunas piezas, los espectadores podrán dibujar o inscribir anotaciones y uno de los cuadros se trocará con lo que el espectador crea que vale esa pieza de arte. Un juego del don y del valor real, en el tan distorsionado mundo del mercado.¿Creen ustedes que ésta exposición lo representará de cuerpo y alma?
Toda una esquizofrenia galopante de personajes y piezas creadas y prestadas mostrando más claramente que ninguna teoría psicoanalítica, qué es ser argentino.
Entrevista con Abel Robino, realizada en Briones por Diego Pittaluga (3 partes)
«Mi propuesta -dice Abel Robino- fué abandonar el lugar del artista ejecutante de piezas que se cuelgan, más como un cadáver que como un elemento vivo, y abordar la postura del comisario de exposición quien elige piezas y arma un evento cultural, provoca fricciones, enigmas y fastidio al espectador, todo pero nunca algo insensible y consensual».
Así surgió la idea de juntar obras de corte artístico y otras en las márgenes de lo extraño, (imitando al museo, que incluye elementos técnicos como las herramientas y puramente artísticos, cuadros o esculturas), donde se reflejase el tema del ánfora en una colección temporaria no menos llamativa que urticante.
Lo real junto a lo imaginario, lo cierto con lo probable, lo misterioso con lo banal, lo pequeño con lo gigantesco.
Un juego en el que ya el arte contemporáneo había entrado, construir una colección aparente, pero aquí la diferencia será el limite confuso entre exposición y gabinete de curiosidades.
Esta puesta en espacio entra dentro de la serie Robbery (pillaje), donde siempre el arte de corte clásico se mezcla al ocasional y donde siempre hay otros invitados y que en los últimos cinco años comulga con el principio de obra abierta. Bajo una fuerte idea conceptual, literaria, ficcional, Abel Robino no deja de admitir en su elección nuevas posibilidades de artes clásicas y de practicar una esquizofrenia trotadora, pues aún no llega a galopante.
Esta «colexposición» irá incrementándose a medida que se realicen exposiciones itinerantes, por ejemplo en Argentina, funcionará en franco contrapunto con toda una generación de artistas de los años ’70 invitados especialmente. Así se podrá deambular entre momentos de puro cerebro, fríos y racionales como los bocetos de una diseñadora noruega y momentos de amplitud como la gran ánfora buscando lo infantil de cada espectador, corroborando ésto, invitándolo a escribir en el vidrio de la obra. También sensaciones de vértigo ante las miniaturas o las video-proyecciones gigantes en la sala de la barricas, de repulsión ante las pieles tatuadas, de ironía ante el ánfora inflable o de secreto ante la propuesta de una instalación erótica, así como de búsqueda, en el anonimato de los trabajos llamados « Sociedades Anónimas ».(fotos)
ÁNFORAS, ANATOMÍA DE UN MAL ENTENDIDO es un verdadero bombardeo de sensaciones.
« Ánforas » cierra el ciclo de las « opera aperta » como Lascaux Urbana y Pandora, así como 30.001 y Trampa para liebres, en preparación.
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Lo que dice la prensa: